
El poder de la composición de Piet Mondrian con rojo, azul y amarillo
Piet Mondrian pintó “Composición con Rojo, Azul y Amarillo” en 1930. Marca un sutil punto de inflexión en la evolución de su estilo distintivo y singular de pintura, que él llamó Neoplasticismo. Su voz visual surgió a través de un meticuloso esfuerzo diario hacia la completa abstracción, que él creía que era una forma de expresar una pureza universal a través de las artes plásticas. Fue en 1920, el mismo año en que publicó su libro Le Néo-Plasticisme, que Mondrian pintó sus primeras pinturas en cuadrícula, con las líneas horizontales y verticales negras y campos rectangulares de color puro por los que ahora es más conocido. Al principio de su exploración de esta posición única, Mondrian experimentó con múltiples colores y tonos, y exploró una amplia variedad de configuraciones tanto para sus lienzos como para las formas dentro de sus composiciones. Para el momento de su muerte en 1944, había llegado a una visión fantásticamente compleja y madura, encarnada por su obra maestra, “Broadway Boogie Woogie.” Fue en medio de esa evolución que pintó “Composición con Rojo, Azul y Amarillo.” Puede que no sea obvio por qué esta obra es notable, o por qué marca un importante punto de inflexión. Pero hay algunos aspectos de ella que claramente la distinguen de tantas otras pinturas que Mondrian hizo, y que señalan un momento en su desarrollo cuando Mondrian mismo estaba siendo transformado.
Leyendo las lineas
Algunas personas dicen que para entender el verdadero mensaje de lo que una persona está diciendo, tienes que leer entre líneas. En el caso de “Composición con Rojo, Azul y Amarillo”, son las líneas mismas las que llevan un mensaje oculto. Es bien conocido que Mondrian buscaba el equilibrio en su obra. Escribió extensamente sobre la armonía compositiva como una reacción contra el caos. Logró ese sentido de armonía buscando incansablemente el equilibrio entre los elementos plásticos de sus cuadros. La colocación de los colores, el tamaño de las formas y las cualidades de las superficies interactuaban entre sí de maneras que lo dejaban sintiéndose desequilibrado o en equilibrio. La búsqueda siempre fue descubrir el punto perfecto en el que una composición lograba una especie de quietud.
Sin embargo, con el tiempo, Mondrian comenzó a despreciar el mismo sentido de quietud que una vez buscó. Sus pinturas posteriores que creó en Nueva York, inspiradas en el movimiento de la ciudad y la energía de la música jazz, parecen casi vibrar y zumbir. "Composición con Rojo, Azul y Amarillo" marca un punto de inicio en su capacidad para dotar a sus imágenes de esa energía. El secreto se oculta en las líneas. Puede ser casi imperceptible a primera vista, pero si miras las líneas negras en esta pintura, verás que la línea en la parte superior izquierda de la composición es el doble de gruesa que las otras líneas. Mondrian creía que esta elección, hacer que una de las líneas fuera el doble de ancha, daba vida a su composición. Estaba transformando sus pensamientos alejándose de la creencia en la quietud como una necesidad universal, y hacia la idea de que incluso una composición completamente abstracta y armoniosa necesita energía para sentirse viva.
Colgando en la balanza
A pesar de la búsqueda de energía y movimiento que Mondrian expresó con su línea doble ancha, "Composición con Rojo, Azul y Amarillo" es, no obstante, una manifestación suprema de la armonía pictórica. De hecho, de una manera extraña, la energía infundida en la imagen por las líneas anchas equilibra los otros elementos pictóricos, que de otro modo podrían haber parecido demasiado concretos. Específicamente, hablo del masivo cuadrado rojo que domina esta imagen. El peso visual de este cuadrado ecoa la forma perfectamente cuadrada del lienzo. Casi evoca comparaciones con una pintura de Malevich de décadas anteriores. Es tentador ver el cuadrado rojo como el sujeto de la obra, lo que habría sacado esta pintura del ámbito de la abstracción pura. Mondrian claramente intentaba usar la menor cantidad de otros elementos pictóricos posible en la composición. Fue al extremo opuesto con el pequeño rectángulo amarillo en la parte inferior del lienzo, y alcanzó el punto medio con el rectángulo azul. Pero es extrañamente la línea doble ancha la que sugiere que, de hecho, hay más en esta composición que simples formas coloreadas.
Otro aspecto interesante de esta pintura, al menos para mí, es que Mondrian dejó los campos de color sin enmarcar en los bordes del lienzo. De ninguna manera siempre hizo esto. Frecuentemente, sus rectángulos están completamente cercados por líneas negras. Al dejar las formas abiertas en este caso, nos queda la idea de que tal vez las líneas nunca fueron concebidas como marcos. Tal vez estaban destinadas a ser campos de color iguales a las otras formas coloreadas. O tal vez están destinadas a actuar como algo concreto, y el color estaba destinado a ser percibido más como luz—algo etéreo llenando el espacio vacío. En esta pintura, dado que no están bordeadas por líneas negras, los espacios coloreados podrían expandirse para siempre en el espacio más allá del borde del lienzo. Si este es el caso, es casi como si Mondrian recortara una imagen que vio en su mente. Puedo imaginar que, en lugar de que Mondrian fuera un narrador omnisciente de un mundo visual ficticio, él era más un documentalista, viendo lo que tenía ante él y editándolo de tal manera que todos pudiéramos entenderlo como él lo hacía. Quizás esa idea molestaría a Mondrian, ya que era contundente en su búsqueda de la pura abstracción. Pero eso es parte de lo que hace que "Composición con Rojo, Azul y Amarillo" sea una pintura tan transformadora. No solo transformó su propio desarrollo como pintor, también transforma nuestra capacidad de interactuar con el legado de su obra de maneras que desafían incluso las expectativas que él tenía para sí mismo.
Imagen destacada: Piet Mondrian - Composición en rojo, azul y amarillo. 1930. Óleo y papel sobre lienzo. 46 x 46 cm. Kunsthaus Zürich
Por Phillip Barcio